Siempre he pensado que uno de los rincones más bonitos del mediterráneo es Sitges, un pueblo donde el mar y el cielo se juntan para lograr que todo tenga sentido.

 

Y en este pueblo hay un lugar con un encanto y belleza absoluta, el Palau Maricel, donde cada espacio cuenta una historia casi propia y se respira romanticismo por todas partes.

 

Este año Gisela y Robert me regalaron, sí digo bien, me regalaron la oportunidad de vibrar su boda a través de mi cámara en el Saló d’Or del Palau Maricel.  Todo fue perfecto, hasta los imprevistos de un día tan especial, hicieron que el día fuera inmejorable.

 

Ellos se vistieron en el Hotel Estela de la misma ciudad y se trasladaron al Palau en el tren del pueblo, donde junto a todos sus invitados se convirtió desde el minuto 1 en una verdadera fiesta.

Esta maravillosa boda contó con el gran trabajo de Joan Mariño, videógrafo que siempre logra capturar las emociones y los pequeños detalles de cada boda.